*NOTA: Estos apuntes son un «collage» de fragmentos casi literales de la obra original, que he traducido al español y que posteriormente he adaptado para conseguir una mejor comprensión por parte del lector. Por lo tanto, si bien no es una copia literal de la obra sí contiene, en gran parte, fragmentos y argumentos extraídos de ésta. El lector debe asumir -¡por favor!- que todas las ideas expresadas aquí no son mías, sino de sus autores.
Introducción
Esta entrada es un collage de fragmentos de un artículo escrito por Kenneth Silseth y Ola Erstad llamado “Connecting to the outside: Cultural resources teachers use when contextualizing instruction“. El artículo fue publicado el año 2018 en la revista Learning, Culture and Social Interaction. Es posible descargarlo en el siguiente enlace:
Es importante promover las conexiones entre las experiencias que los estudiantes viven dentro de las escuelas y las experiencias que han vivido antes en otros contextos. Podríamos rastrear esta idea hasta personajes emblemáticos de la psicología y la educación, como John Dewey o Lev Vygotsky. Por una parte, Dewey concluyó que las actividades escolares deberían expandir las experiencias que los estudiantes viven fuera de la escuela. Por otra parte, Vygotsky siempre se interesó por los mecanismos que permitían que los conceptos espontáneos se transformaran paulatinamente en conceptos científicos. En cualquier caso, esta idea se ha vuelto popular recientemente a medida que diferentes organizaciones gubernamentales e internacionales han ido declarando que las experiencias cotidianas de los estudiantes son una fuente de motivación y compromiso con su aprendizaje escolar. Crear conexiones entre experiencias de aprendizaje cotidianas y escolares sería una manera de incrementar el desempeño de los estudiantes en disciplinas concretas y, a la vez, permitiría disminuir el abandono.
En este escenario, una preocupación importante radica en la forma en que los profesores identifican las prácticas y los aprendizajes que los estudiantes consiguen fuera de la escuela, y utilizan este conocimiento como un recurso de su enseñanza. Existe acuerdo en la comunidad científica en el potencial de usar la vida cotidiana de los estudiantes como un recurso para promover en ellos el desarrollo de conocimientos escolares. Sin embargo, todavía es necesario reunir más información sobre cómo estos procesos se desarrollan las interacciones en el aula, y también sobre qué aspectos de la vida cotidiana de los estudiantes los profesores asumen que podrían ser relevantes para guiar su trabajo académico.
En este artículo, los autores analizan los recursos que un grupo de profesores utilizan cuando contextualizan la instrucción en diferentes sesiones de cursos distribuidos a lo largo de un año académico. La técnica de contextualizar la instrucción, como la usan los autores, refiere a la utilización de situaciones o eventos particulares que ocurren fuera de la clase y que son de particular interés para los estudiantes, para motivar y guiar la presentación de ideas científicas y conceptos. Dicho de otra manera, contextualizar la instrucción significa usar estos eventos e intereses que los estudiantes reconocen como relevantes en su vida cotidiana fuera de la escuela como un punto de partida que permita a los estudiantes lidiar con sus asignaturas en la escuela.
El propósito central de este artículo es dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué clase de recursos utilizan los profesores cuando contextualizan la instrucción? Según los investigadores, esta pregunta es importante porque una respuesta podría darnos pistas sobre el tipo de conocimiento cotidiano qué los profesores consideran relevantes cuando dan ayudas a sus estudiantes en varias tareas sobre contenidos concretos.
Investigación sobre contextualización de la instrucción
La investigación científica disponible muestra que existe una interesante relación entre el aprendizaje en la escuela y las prácticas cotidianas de los alumnos. Algunos investigadores destacan los beneficios de permitir a los estudiantes participar en comunidades de aprendizaje en las escuelas en las que sus vidas cotidianas fuera de la escuela se vuelven relevantes para discutir y reflexionar sobre el contenido académico. Otros, documentan lo que significa ser un aprendiz en culturas escolares que priorizan solo ciertos tipos de conocimientos e identidades.
Para entender la contextualización, es importante precisar un poco la idea de “práctica cotidiana“. Para los autores, esta idea se materializa en aquellos conocimientos y experiencias que son relevantes en las comunidades y prácticas a las que los estudiantes pertenecen y en las que participan fuera de la escuela. Por este motivo, contextualizar la instrucción alude a las maneras en las que los profesores consiguen que los estudiantes movilicen y recluten sus prácticas cotidianas en sus interacciones con ellos sobre el contenido académico.
En definitiva, los autores llegan a la siguiente conclusión: todavía no contamos con suficientes evidencias sobre cuáles son los recursos los profesores utilizan en las interacciones con sus estudiantes que ocurren naturalmente en las salas de clase a lo largo del tiempo y que permiten la contextualización de la instrucción.
Marco teórico
Desde el punto de vista sociocultural que defienden los autores, el aprendizaje puede ser descrito como “volverse consciente de las posibilidades y limitaciones de la actividad, y convertirse a la vez en un participante más legítimo en una determinada comunidad de práctica”. En otras palabras, aprender consiste en cambiar la orientación hacia una práctica social, pero también en volverse capaz de observar cuáles son las posibilidades de acción que existen en dicha práctica. Si entendemos el aprendizaje de esta manera, como cambios en los patrones de participación, la instrucción tendría que ser definida como el proceso de brindar ayudas a dichos cambios y proveer a los estudiantes con las herramientas necesarias.
Para los autores, introducir nuevas herramientas en las prácticas de aprendizaje transforma las actividades en las que las herramientas se ponen en juego. Por lo tanto, los profesores necesitan encontrar cuáles son los recursos apropiados para promover interacciones eficaces con sus estudiantes.
Para entender mejor cómo se concreta la ecología del aprendizaje en las aulas, los autores sugieren que primero es necesario comprender cómo las herramientas culturales se distribuyen en las prácticas aledañas, se intersectan y se co-constituyen unas a otras. En este sentido, los profesores necesitan encontrar las herramientas mediadoras adecuadas que les permitan guiar y dar soporte a los estudiantes al momento de enfrentar un contenido académico.
Las experiencias cotidianas pueden funcionar como herramientas mediadoras cuando los profesores están ayudando a sus estudiantes en la tarea de aprender. Para utilizar estas herramientas los profesores necesitan conciencia poli-contextual. Este concepto hace referencia a la conciencia del profesor de: (i) las trayectorias de aprendizaje de sus estudiantes, que se crean en diferentes prácticas sociales; (ii) las experiencias; y (iii) las habilidades que los estudiantes traen a la sala de clases cuando trabajan sobre un dominio curricular concreto. Por lo tanto, tener conciencia poli-contextual significa ser consciente de las posibilidades de crear conexiones entre algunas de las múltiples trayectorias de aprendizaje que componen las trayectorias de vida de los estudiantes. Desde el punto de vista del artículo, esto supone preguntarse qué clase de recursos usan los profesores con el propósito de vincular las diferentes trayectorias de aprendizaje.
Método
Los autores señalan que recolectaron datos en una escuela secundaria de una comunidad local llamada Vestlia, ubicada en una ciudad de tamaño regular en Noruega. Los datos que comentan forman parte de un proyecto más amplio, llamado “Conocimiento en movimiento a través de contextos de aprendizaje“. En este proyecto, los investigadores exploran las continuidades y las discontinuidades en la participación de los estudiantes en -y entre- prácticas dentro y fuera de la escuela. Como parte de este proyecto, siguieron a lo largo de un año académico a 52 estudiantes distribuidos en dos clases, y a cuatro profesores de diferentes materias. Los estudiantes se encontraban en noveno grado. Por lo tanto, tenían entre 14 y 15 años.
Los investigadores diseñaron un estudio de caso. Su intención era explorar el tipo de recursos que los profesores usan cuando contextualizan la instrucción en sus prácticas de enseñanza. Decidieron recolectar grabaciones de vídeo de las interacciones entre profesores y estudiantes. De este modo, filmaron 20 lecciones de matemáticas y 23 lecciones de Estudios Sociales.
Para analizar la información llevaron a cabo una codificación temática a través del programa NVivo. En primer lugar, identificaron episodios instruccionales en los cuales los profesores se orientaban hacia las experiencias cotidianas de los estudiantes. Utilizaron tres criterios para seleccionar los episodios instruccionales: (1) el episodio tenía que contener una secuencia de interacción estudiante profesor; (2) el profesor tenía que orientar tenía que orientarse hacia un recurso que tuviera relación con la vida cotidiana de sus estudiantes; y (3) el profesor tenía que usar explícitamente dichas experiencias con el propósito de dar soporte al estudiante en la construcción de un conocimiento académico. Posteriormente, identificaron qué recursos utilizan los profesores con el propósito de dar apoyo a los estudiantes.
Probablemente, sea indispensable destacar que los propios investigadores reconocen las limitaciones de su trabajo. Y es que con un diseño de esta naturaleza no podrían ser capaces de identificar hasta qué punto los recursos que utilizan los profesores son relevantes o útiles para los estudiantes. Además, también reconocen que los profesores también podrían utilizar estos recursos a través de otros medios, más allá del lenguaje oral, como la escritura o los dibujos.
En cualquier caso, una vez identificados los segmentos los investigadores transcribieron las interacciones entre profesores y estudiantes. Finalmente, a través de un proceso iterativo fueron identificando los recursos que utilizan los profesores, y consiguieron agruparlos en cinco categorías.
Resultados
El análisis del material audiovisual arrojó el descubrimiento de cinco temas sobre los que se contextualiza la instrucción: (1) las características de la comunidad local; (2) los ejemplos sacados de las prácticas cotidianas; (3) los asuntos personales, relacionados con las trayectorias personales, los intereses y las emociones; (4) los objetos concretos; y (5) los conocimientos adquiridos al viajar.
Conclusiones
Los autores concluyen que cuando los estudiantes participan con frecuencia en actividades educativas, aprenden qué clase de herramientas mediadoras deben privilegiar cuando piensan y reflexionan sobre una asignatura o un contenido curricular concreto. En este sentido, contextualizar la instrucción no solo facilita la comprensión conceptual, sino que también promueve que los estudiantes usen unos determinados recursos. Por lo tanto, contextualizar la instrucción no solo es una técnica pedagógica, sino que también puede ser una manera de construir conexiones entre múltiples experiencias que los estudiantes viven a medida que transitan por múltiples contextos en la sociedad contemporánea.