Opinión,Psicología de la educación Ficha bibliográfica: “A.R. Luria y la historia de la neuropsicología rusa”, por Jeymy Aguilera

Ficha bibliográfica: “A.R. Luria y la historia de la neuropsicología rusa”, por Jeymy Aguilera

06*Escrito por Jeymy Aguilera

El presente texto analiza las contribuciones rusas a la neuropsicología desde el siglo XVIII hasta el siglo XXI. Por una parte, se realiza un desglose histórico época por época, en la que, por ejemplo, se manifiesta que los problemas de memoria, de habla (discurso) y de lenguaje, después de un daño cerebral, fueron las principales preocupaciones de la neuropsicología rusa en sus inicios (siglo XVIII). Por otra, también se menciona que, como otros países europeos, fue desarrollada por neurólogos y psiquiatras. En última instancia, esta entrada gira en torno a las importantes contribuciones que realizó A. R. Luria en la neuropsicología rusa. Por este motivo, el texto se divide en tres grandes apartados: “Período Pre-Luriano”, “Período Luriano”, y “Período Post-Luriano”.

En el período pre-Luriano, el eje central de estudio eran los trastornos del lenguaje, que se conocen bajo el término de “afasias”. De este modo, Glozman (2007) realiza una breve revisión histórica del concepto, mencionando una serie de contribuciones que desarrollaron los neurólogos rusos hacia finales del siglo XVIII, y XIX, quienes, a grandes rasgos, intentaron revelar los mecanismos de diferentes formas de afasia mediante un análisis de las estructuras psicofisiológicas del habla, y otras teorías lingüísticas de la época, buscando interpretar los fenómenos observados. Además de los estudios de afasia, en Rusia se hicieron importantes contribuciones en otros tipos de trastornos neurológicos, tales como en la agnosia (incapacidad de identificar objetos o personas), apraxia (dificultad para realizar movimientos intencionales/voluntarios y coordinados), y amnesia (pérdida de la memoria, ya sea parcial o total). En este sentido, se observa que a finales del siglo XIX y principios del XX, los problemas neuropsicológicos (incluyendo afasia, agnosia, apraxia, la interacción interhemisférica, y otros) estaban en el centro de atención de muchos neurólogos y psicólogos rusos, y dichas problemáticas siguen siendo relevantes en la actualidad. Cabe destacar que los estudios neurológicos rusos también contribuyeron al desarrollo de la psicología, puesto que, por ejemplo, la mayoría de las teorías psicológicas de L. S. Vygotsky procedían de investigaciones neuropatológicas. Por lo tanto, en este apartado, se concluye que los neurólogos, psiquiatras, y neuropsicólogos rusos de esta época establecieron una sólida base para el “período de Luria” (1902-1977) en la historia de la neuropsicología.

En el período Luriano, Glozman (2007) señala que en 1920 Luria y Vygotsky iniciaron sus primeros experimentos en pacientes con daño cerebral, y que al no poder explicar (con los instrumentos de la época) los mecanismos de las deficiencias cognitivas que se derivaban de los defectos neurológicos, formularon los principios generales de un nuevo enfoque para el análisis de la organización de los procesos psicológicos (esto les diferenció de los neuropsicólogos pre-lurianos). Específicamente, intentaron precisar la relación entre las formas elementales y superiores de las actividades psicológicas y su organización cerebral en adultos sanos; para luego determinar los posibles cambios en los procesos psicológicos que podrían aparecer en diferentes formas de daño cerebral, y aquellos que podrían esperarse en el desarrollo ontogenético anormal temprano. De acuerdo con esto, consideraban que los procesos cognitivos descienden de la compleja interacción e interdependencia de factores biológicos que forman parte de la naturaleza física, y factores culturales, que aparecieron en la evolución del ser humano. Este enfoque histórico-cultural en neuropsicología no busca los orígenes de la conciencia, y de la actividad mental, dentro del cerebro (ni en los procesos neuronales), sino en la vida social humana. También se destaca que tanto Vygotsky como Luria consideraban que los reflejos pavlovianos, si bien sirven como base material de la mente, no determinan la conducta compleja ni las propiedades de los procesos mentales superiores (por ejemplo, el recuerdo, la atención voluntaria, la resolución de problemas, el habla, etc.). En específico, para ellos, una función mental superior es un sistema funcional que consta de muchos componentes, los cuales trabajan en áreas específicas del cerebro, desempeñando un papel especial en el sistema. De este modo, una evaluación neuropsicológica debe tener un análisis cualitativo del síntoma en estudio, especificando el defecto observado y los factores que lo causan.

Glozman (2007) también menciona que Luria, en su primer libro extenso, “Principios de una psicología real”, indicó que un estudio psicológico debe: (1) tratar al ser humano como una unidad biológica, social y psicológica; (2) combinar la descripción de los procesos individuales, con el estudio de los procesos regulares/legales; (3) estudiar la mente humana individual como un todo, y los fenómenos mentales particulares como funciones (elementos de este todo) con posibilidad de cambio a través de la transformación de las condiciones sociales; y (4) estudiar los valores individuales de los fenómenos psicológicos, para la vida de la personalidad real. Estos principios que Luria desarrolló y siguió durante toda su vida, fueron adoptados por sus discípulos, formando la base metodológica de la neuropsicología soviética. A grandes rasgos, sus influencias fueron las ciencias del comportamiento humano (y las necesidades que lo impulsan), la reflexología de Behterev, y el psicoanálisis de Freud (enfoque holístico/dinámico, determinación biológica y social del desarrollo de la personalidad, interrelaciones entre lo externo e interno, etc.).

Uno de los conceptos básicos en la terminología Luriana es el “factor neuropsicológico”, una unidad estructural-funcional que se caracteriza por un principio definido de actividad y funcionamiento psicofisiológico (un factor de las redes neuronales refleja un tipo definido de funcionamiento del cerebro, y además tiene un significado psicológico, constituyente importante del sistema funcional psíquico). Así, la alteración del factor conduce a la aparición de un síndrome (constelación sistemática de síntomas). En este sentido, Luria creó la teoría de la rehabilitación neuropsicológica, en donde se manifiesta que tras detectar qué componentes de la actividad mental están alterados, se determinan los aspectos conservados (los puntos fuertes del paciente), y se complementan con ayudas externas, reconstruyendo la actividad sobre la base de un nuevo sistema funcional. Esta teoría fue puesta en práctica en el Hospital de Rehabilitación, el cual Luria dirigió tras estallar la Segunda Guerra Mundial en 1941. De este modo, pudo tratar a miles de personas con lesiones cerebrales, poniendo en juego sus conocimientos sobre el funcionamiento cortical (e.g. en el seguimiento de las funciones del lóbulo frontal dedicadas a la gestión de intenciones, memoria, acción e ingesta selectiva de información). Por todo lo mencionado, el período Luriano se considera un establecimiento del marco teórico en neuropsicología, porque el valor de sus contribuciones se extienden más allá de las investigaciones que publicó (contribuyó al desarrollo de nuevos enfoques por parte de las generaciones posteriores).

En el periodo post-Luriano, se menciona que la mayoría de los estudios realizados por los neuropsicólogos rusos comenzaron cuando Luria estaba activo, por lo que a menudo contaban con su participación (eran estudiantes que habían sido formados directamente por él, o por otros influidos por sus ideas, antes y después de su muerte en 1977). Así, Glozman (2007) refiere que el desarrollo histórico de la neuropsicología rusa coincide con la tendencia universal de reemplazar la neuropsicología estática (que relaciona el comportamiento del individuo con lesiones cerebrales fijas), por la neuropsicología dinámica (análisis de la interacción cerebro-conducta). Al respecto, ilustra un modelo que representa este desarrollo a través de tres fases superpuestas y coexistentes (ver tabla 1).

 

Tabla 1.

Modelo de desarrollo en neuropsicología

 

Para finalizar con este apartado, se observa que en el desarrollo contemporáneo de la neuropsicología rusa, después de Luria, se pueden visualizar tres tendencias: (1) amplia expansión de la investigación y la práctica (nuevos y numerosos dominios y grupos de pacientes nosológicos); (2) combinación de enfoques cualitativos y cuantitativos; y (3) orientación social basada en la personalidad. En este sentido, la orientación psicofisiológica de la neuropsicología rusa favoreció el desarrollo continuo de este campo en dicha nación y aseguró su predominio en varias áreas de estudio (e.g. en el análisis lingüístico-estadístico de las afasias, en la afasia sensorial y agnosia visual, en el enfoque sistemático de daños cerebrales, etc.). Desafortunadamente, la rica historia de la neuropsicología rusa fue inaccesible para los neuropsicólogos occidentales (de orientación más neurológica), y no pudo influir en ellos hasta el período Luriano (cuando sus postulados se tradujeron al inglés y a otros idiomas). Así, las obras de Luria siguen siendo estudiadas y citadas con frecuencia en todo el mundo, mostrando su enfoque creativo e integral (Glozman, 2007).

En el último punto del párrafo anterior me quiero detener para hacer mi primera reflexión, puesto que a mí me comenzó a interesar Luria a través de los escritos de Oliver Sacks, considerado por muchos autores como un gran maestro y divulgador de la Neurología (Palacios-Sánchez et al., 2017). Específicamente, recordando mi trayectoria académica, fue con el libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, que quedé encantada de la escritura del autor, como del fervor con que relataba los postulados de Luria, puesto que en tal libro menciona muchas de sus contribuciones al mundo de la neuropsicología (ahondó en obras tales como las “Funciones corticales superiores en el hombre”, “El hombre con un mundo destrozado”, “La mente de un mnemotécnico”, “The Working Brain”, “Neuropsicología de la memoria”, “Cerebro humano y procesos psicológicos”, “El habla y el desarrollo de los procesos mentales en el niño”, entre otros, para esclarecer muchos de los casos clínicos abordados en su libro, como, por ejemplo, pacientes con afecciones del hemisferio izquierdo, con síndromes del hemisferio derecho, del lóbulo frontal, con tumores cerebrales graves, etc.).

Sacks (1997), al igual que Glozman (2007), refería que Luria consagró su vida al desarrollo de la neuropsicología, “ciencia inmensamente fructífera, (…) que tardó mucho en llegar a Occidente, considerando su importancia revolucionaria” (p.12). Ahora bien, ¿qué tienen que ver las ideas de estos autores con mi práctica profesional? Pues todo, ya que como mencioné en algunos fichajes anteriores, me interesa la neuropsicología para mi futuro profesional, pero no desde el punto de vista mecanicista/estructural, sino tal como lo vio Luria, es decir, observar al ser humano en su conjunto, como ser social e individual. Al respecto, Sacks (1997) realiza una crítica bastante interesante (en la cual concuerdo totalmente), y es que en neurología las palabras favoritas suelen ser “déficit” y “disfunciones”, palabras negativas que indican deterioro/incapacidad en funciones neurológicas, tales como pérdida del habla (afonía), del lenguaje (afasia, afemia, alexia, etc.), de la memoria (amnesia), de la visión (agnosia), de la destreza (apraxia, ataxia, etc.) de la identidad, entre otras pérdidas de funciones/facultades específicas. Cada una de estas palabras, ya sea por enfermedad, daño, o dificultades en el desarrollo, indican una privación total o parcial de las personas que lo padecen. Sin embargo, en la neurología mecanicista no hay un término para los excesos en las funciones neurológicas, puesto que, “o bien la función es normal (…) o bien es deficiente o incompleta” (Sacks, 1997, p. 107). Esto revela que la concepción que se tiene del sistema nervioso es como si se tratase de una máquina o de un computador, y esto es inoportuno, por lo que ha de integrarse con nociones más dinámicas. En este sentido, Sacks (1997) culmina su crítica diciendo que “una enfermedad no es nunca una mera pérdida o un mero exceso, (…) hay siempre una reacción por parte del individuo afectado para restaurar, reponer, compensar, y para preservar su identidad, por muy extraños que puedan ser los medios” (p. 14), y es aquí donde menciona que el rol de los médicos (así como de otros profesionales que trabajan en salud mental) es estudiar e influir en dichos medios. Para profundizar esta reflexión, Sacks (1997) menciona las cartas que se escribía con Luria, en donde en una de ellas hablaban sobre un hombre con síndrome de Korsakov severo (profunda amnesia), en específico, Luria le decía que: “(…) un hombre no es sólo memoria. Tiene también sentimiento, voluntad, sensibilidad, yo moral… son cosas de las que la neuropsicología no puede hablar. Y es ahí, más allá del campo de una psicología impersonal, donde puede usted conmoverlo y producir un cambio profundo” (pp. 46-51). En efecto Sacks, a través de las palabras de Luria, comprendió que la memoria, la actividad mental (sólo la mente), no podían fijar al hombre del caso, pero sí la acción y la atención moral/social podían fijarlo plenamente; por ejemplo, en el contexto de una misa, con la música, o con el arte, el hombre podía mostrar atención, concentración, y actuar con sentido de acción espiritual, desenvolviéndose en esos contextos como cualquier persona (sin atisbo del síndrome de Korsakov), y encontrándose consigo mismo en la realidad (algo que, según Sacks, parecía imposible por la gravedad de su enfermedad).

29Sacks (1997) profundizó aún más tal caso, y comprobó que en dichos contextos no tan sólo se ponía en juego el aspecto moral del ser humano, sino que también “lo estético y lo dramático, (…) porque cada instante de música y arte contiene otros instantes, remite a ellos” (p. 52); y es precisamente aquí en donde se puede integrar la psicología histórico-cultural (gran marco teórico de mi práctica profesional), los postulados de Vygotsky, con este caso, puesto que (volviendo a los argumentos de mi fichaje anterior), existe el término “Perezhivanie dramática”, para hacer alusión a la naturaleza contradictoria del desarrollo humano, es decir que, no hay desarrollo sin contradicciones, ni sin acontecimientos dramáticos. Más específicamente, el drama social puede afectar las trayectorias del desarrollo de diferentes maneras, y esto explicaría el comportamiento del hombre que aún padeciendo una amnesia profunda que trunca y difumina su identidad; el arte, la música, lo estético y lo dramático, lo traen de vuelta y lo conectan con la realidad en dichos espacios temporales. Así, la perezhivanie dramática, de una situación social dramática, puede reorganizar todo el sistema de funciones mentales, porque éstas son el resultado de las colisiones interpsicológicas únicas que han sucedido en diversas vidas, y en los procesos de superación, de los seres humanos. En otras palabras, y ya para ir finalizando esta segunda reflexión, la perezhivanie dramática de un individuo convierte una situación social en una situación social de desarrollo (Veresov, 2016).

Cierro mi reflexión final mencionando que uno de mis mayores sueños es ser escritora, pero, al igual que Luria, quiero integrar lo que él llamó “ciencia clásica” con la “ciencia romántica”, es decir, me encantaría escribir libros académicos (lo clásico, tal como lo hizo, por ejemplo, con el libro “Funciones corticales superiores en el hombre”, entre otros tantos), y libros de divulgación científica, o novelas biográficas (lo romántico, tal como lo hizo, por ejemplo, con “La mente de un Mnemotécnico”), con tecnicismos esclarecidos, para que el contenido sea accesible (y disfrutable) para toda la sociedad, así como yo disfruté del libro de Oliver Sacks en los inicios de mi trayectoria académica, y que me llevó a conocer algunos de los postulados de Luria, considerado por muchos uno de los padres de la neuropsicología, y a ojos de Sacks (1997), “el mayor tesoro neurológico de nuestra época, tanto desde el punto de vista del pensamiento como de la descripción de casos” (p. 274).

Referencias

Glozman, J. M. (2007). A.R. Luria and the History of Russian Neuropsychology. Journal of the History of the Neurosciences, 16, 168-180. https://doi.org/10.1080/09647040600550368

Palacios-Sánchez, L., Botero-Meneses, J., Guerrero-Naranjo, A., Vélez, M., & Mora-Muñoz, L. (2017). Oliver Sacks, maestro y divulgador de la Neurología: Reflexión. IATREIA, 30(2), 230-237. https://doi.org/10.17533/udea.iatreia.v30n2a12

Sacks, O. (1997). El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (Tercera edición). Muchnik  Editores  SA. https://clea.edu.mx/biblioteca/files/original/603250b23f8210f6e9384fb47f8b5cd4.pdf

Veresov, N. (2016). Perezhivanie as a Phenomenon and a Concept: Questions on Clarification and Methodological Meditations. Cultural-Historical Psychology, 12(3), 129-148. https://doi.org/10.17759/chp.2016120308

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