Ficha bibliográfica: “Vygotsky’s Tragedy: Hamlet and the Psychology of Art”, por Jeymy Aguilera

 

*Escrito por Jeymy Aguilera

 

 

En el presente artículo, Zittoun & Stenner (2021) comentan que, como es sabido, Lev S. Vygotsky es un personaje importante en el mundo de la psicología, reconocido mundialmente por sus contribuciones en las teorías del desarrollo y de la actividad. No obstante, su profundo interés en las artes es un campo desconocido para la mayoría de las personas, un hecho sorprendente considerando que marcan el inicio y final de su corta, pero trascendental, trayectoria de vida. En específico, los autores argumentan que hubo una obra de arte en particular, Hamlet, a la que Vygotsky dedicó más tiempo, siendo un recurso simbólico esencial para él en distintas etapas de su vida, y que permitió dar sentido a las transformaciones personales, y sociales, de sus postulados teóricos en psicología del arte.

Para esclarecer lo anterior, es necesario, en primer lugar, recurrir a la historia de vida de Vygotsky, observar su crianza, sus vivencias, sus periodos de transición y liminalidad, como también considerar las transformaciones históricas y culturales en el influjo de su mundo interno y social. De este modo, los autores nos revelan parte de la biografía de Vygotsky, la cual se ilustra en la figura 1 (ver anexo).

A grandes rasgos, Psicología del arte es un libro nacido de la experiencia liminar de Vygotsky. Pero ¿Qué es una experiencia y/o transición liminal?, en el texto se definen como todas aquellas situaciones de cambio y desarrollo, que implican la transformación del aprendizaje, del sentido, y de la identidad. También es asociada como una fase experiencial de paso, durante la cual las normas y estructuras sociales/familiares se suspenden (brindando, a veces, nuevas posibilidades). De acuerdo con esto, en una transición liminal existe relación entre los eventos colectivos y la transformación psicológica (ambos pueden percibirse como rupturas). Ahora bien, es importante mencionar que la fase liminal a veces puede ser duradera, por ende, las personas pueden quedar “estancadas” en la transición, estos serían los “puntos críticos liminales” (Zittoun & Stenner, 2021).

En esencia, Vygotsky tuvo tres transiciones liminales vinculadas a profundas transformaciones personales y sociohistóricas. La primera se remonta a la época de marginalización social impuesta a los judíos en la Rusia prerrevolucionaria (e.g. prohibición de estudiar carreras de su interés en la universidad), puesto que esto nutrió su motivación, y compromiso, con la literatura y con las humanidades. La segunda, acaece en el periodo de la Revolución de Bolchevique, ya que tal contexto transformó totalmente el campo social, y la posición de Vygotsky, creando rupturas y transiciones importantes (nuevas oportunidades para él y para miles de personas). En detalle, Vygotsky, al volver a Gomel (luego de terminar sus estudios en la universidad de Moscú), se encontró con la libertad (antes negada) de aprovechar sus antiguos intereses, ampliarlos y nutrirlos con la esperanza de cambiar la sociedad. Así, emergiendo de dicha transición liminal, gracias a los contextos sociopolíticos, Vygotsky pudo alimentar su proyecto de teatro transformador, convertirse en psicólogo y viajar al extranjero. Estas rupturas biográficas (puntos de inflexión importantes),  fueron seguidas por la tercera: la estancia hospitalaria en estado crítico ocasionada por la tuberculosis (Zittoun & Stenner, 2021).

En el texto se plantea que hay dos tipos de experiencia liminal que van siempre entrelazadas: las “experiencias liminales espontáneas” (que suceden cuando el orden normativo, que modela el mundo de las personas, cambia abruptamente) y las “experiencias liminales ideadas” (que son buscadas activamente por las personas, e implican la mediación de recursos simbólicos); éstas últimas sirven como “tecnologías afectivas liminales”, es decir, como facilitadoras de la resolución de experiencias liminales, que de no resolverse, podrían ser difíciles de gestionar y/o superar, llegando a ser perjudiciales para las personas. Cabe destacar que las tecnologías afectivas liminales actúan interconectando el arte y la vida recíprocamente, así, las obras de arte pueden guiar y apoyar a una persona para que dé sentido y gestione su transformación.

En base a lo anterior, y en segundo lugar, Zittoun & Stenner (2021) examinan Psicología del Arte para argumentar que para Vygotsky el arte era una “técnica de los sentimientos” de, y para, la transformación personal y social. Así, con el fin de demostrar esto, el libro se estructura en 11 capítulos divididos en cuatro secciones: 1.Problematización de una psicología del arte; 2.Crítica de la “vieja psicología”; 3.Recapitulación de cuatro capítulos que analizan la reacción estética con respecto a las “fábulas” de Krylov, el “Aliento Suave” de Bunin, y “Hamlet” de Shakespeare; 4.Presentación de su nueva psicología del arte (mediante una reelaboración del concepto de catarsis), resumen, y conclusión. En este sentido, el libro promueve un paso de la “vieja psicología” a la “nueva” que pende de los análisis transitorios de las obras de arte (presentes en la 3ra sección). Los autores también mencionan que el arte, además de ser una técnica afectiva de transformación psicológica y social, es especialmente eficaz en las transiciones liminales.

Bajo dicha línea, en tercer, y último, lugar, en el texto se señala que Vygotsky consideraba al arte como un medio psicológico para alcanzar equilibrio con el entorno en momentos críticos. Por ello, Zittoun & Stenner (2021) argumentan que su interés de analizar las artes como técnicas transformadoras, deviene de que él mismo había experimentado el poder transformador de una obra de arte. En específico, los autores refieren que el recurso simbólico de Hamlet, su figura trágica, fue el corazón inspirador de la Psicología del Arte de Vygotsky.

Los autores del artículo concluyen que las tres experiencias liminares espontáneas de Vygotsky (las de su contexto histórico, las de su propio curso de vida, y las relacionadas a su hospitalización) se relacionan con una experiencia liminal ideada específica de su vida cultural: la experiencia de leer a Hamlet. Así, esta obra fue un recurso simbólico, y una tecnología afectiva liminal, transcendental para Vygotsky, porque mediante ella daba sentido a sus propias experiencias liminales, además, Hamlet le ayudó a ver su camino a través de sus propios puntos críticos liminales (estancamientos en fases/transiciones liminales). En este sentido, Vygotsky, el joven, resonó con Hamlet, el personaje, y éste lo acompaña durante su juventud (a través de sus dolorosas experiencias cercanas a la muerte en el hospital), en las incertidumbres a lo largo de su vida laboral, y justo antes de su temprana muerte, mediante la última frase escrita en su cuaderno: “el resto es silencio” (que son las últimas palabras que dice Hamlet al morir).

Un aspecto importante a destacar en los análisis de Vygotsky es que tienen algo en común: lo trágico. Para especificar, primero descubre las “semillas” de la tragedia en las fábulas de Krylov, después las vio crecer en el cuento de Bunin; y, finalmente, las observó florecer en el Hamlet de Shakespeare. Ahora bien ¿Cuál es la tragedia de Vygotsky? La respuesta es la no publicación de Psicología del Arte mientras estaba con vida. Debido a esto, no pudo ver cómo se desarrollaba la semilla que había plantado, y llegó a comparar su propio destino con Moisés (muriendo y echando sólo un vistazo a la “tierra prometida” que tanto trabajó para su pueblo). Por todo lo mencionado, el sentido trágico que evoca la obra de Hamlet resonó extrañamente en su vida (Zittoun & Stenner, 2021).

Pasando a las reflexiones del artículo, me surgen un sinfín de dudas, pero sólo me limitaré a especificar las necesarias. La primera duda es que Zittoun & Stenner (2021) mencionan que Luria invita a Vygotsky a trabajar a Moscú en 1924; sin embargo, esto no concuerda con lo que manifiesta Wertsch (1985), quien dice que fue K.N. Kornilov, el director del Instituto de Psicología Experimental de Moscú, quien lo invitó, porque le impresionó su “brillante alocución” (p.26). La segunda duda es que en el texto los autores refieren que no hubo ninguna publicación relacionada con las artes en 1925, y que Vygotsky termina su tesis de Psicología del Arte en 1926, pero esta permanece inédita, y se publica por primera vez en 1965 (muchos años después de su muerte). Esto tampoco concuerda con lo manifestado por Wertsch (1985), quien señala que en 1925, Vygotsky “acabó su tesis” (p.26), y, en ese mismo año, “publicó La psicología del arte” (p.97). Estas dos incongruencias respecto a sucesos históricos, y fechas, me hacen cavilar sobre qué autor/es estará/n más cerca de la veracidad histórica en que transcurrió la vida de Vygotsky.

Para ir finalizando con mi análisis, he de mencionar que el texto me hizo reflexionar sobre mis propias transiciones liminales, las cuales no mencionaré aquí, por ser personales, pero comparto las preguntas que me he realizado para llegar al resultado de mi introspección: ¿qué obras de arte (estilos -o grupos- musicales, pinturas, libros, etc.) han marcado mi vida en términos de decir que después de esos recursos simbólicos he dejado de ser quien solía ser?

Mi reflexión final sobre el texto es que fue un potente conector de conceptos y vivencias, puesto que siempre he concordado con la definición clásica de que el arte es netamente la expresión de emociones, ¿Pero qué ocurre con el oyente/espectador/lector cuando choca con el mundo interno de otra persona (la que crea algún arte)? La respuesta a la que he podido llegar es que ocurre el despertar de su propio mundo interno, que no es lo mismo que interpretar, ni que co-crear. En definitiva, el arte no sólo sirve para expresar emociones, sino que también para despertarlas.

Ahora bien, conviene esclarecer dos aspectos sobre este despertar, el primero es que no sucede con cualquier obra de arte, y es aquí donde cobra sentido el texto explicado desde las experiencias liminales de Vygotsky, y el encuentro con Hamlet: Hamlet despertó profundas emociones en Vygotsky, porque éstas se conectaban con sus vivencias; esto elucida el hecho de por qué todas las personas “resonamos” de manera distinta frente a diferentes tipos de arte (e.g. para una persona puede ser catártico una canción/pintura/libro, mientras que otra, frente a esa misma canción/pintura/libro, puede carecer de absolutamente cualquier emoción, ya que si no se vincula a sus vivencias, no se produce la conexión de significados, por ende, no tiene un sentido para esa persona, y por ello, no se produce el despertar emocional). El segundo, y lo último que profundizaré, es que este despertar no es en ningún caso inactivo, como entendí que lo sugirió Zittoun y Stenner (2021) al decir que Vygotsky pasa de considerar el arte como un simple “despertador” o “transmisor de emociones” (otra palabra en la que no concuerdo, puesto que “transmitir” no es lo mismo que “expresar”, el primero puede carecer de sentido para la persona que realiza el acto, el segundo siempre viene acompañado de un profundo sentido interno-externo), a observar sus efectos transformadores.

En resumen, el arte no sólo tiene el poder de expresar, y despertar, emociones, sino que trasciende ese mismo ciclo relacional, personal y social, para ser una especie de escape, o embelesador, de la realidad. Quizá a esto se refería Vygotsky con su definición de arte como “la unión del sentimiento y la imaginación”; lo seguro es que, a mi parecer, el arte, a través de los recursos simbólicos, influyen y van transmutando nuestra identidad.

 

Referencias

Wertsch, J. (1985). Vygotsky y la formación social de la mente. Ediciones Paidós.

Zittoun, T., & Stenner, P. (2021). Vygotsky’s Tragedy: Hamlet and the Psychology of Art. Review of General Psychology, 25(3), 223-238. https://doi.org/10.1177/10892680211013293

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